Todos y cada uno de nosotros, en algún momento de nuestra vida, nos encontramos deprimidos, temerosos, eufóricos o ansiosos. Pero las personas que tienen algún trastorno mental pasan día tras día por alguna de estas situaciones anímicas. En el mundo hay 450 millones de seres humanos afectados por problemas mentales, neurológicos o de comportamiento, pero, ¿qué es un trastorno mental?
Los trastornos mentales son síndromes psíquicos (relacionados con la mente) y de comportamiento, totalmente opuestos a los propios de aquellas personas que gozan de buena salud mental. Suelen ser causa de angustia y deterioro en importantes áreas del funcionamiento psíquico, afectando al equilibrio emocional, al rendimiento intelectual y al comportamiento social adaptativo (lo que conocemos por habilidades sociales).
Determinar que una persona padece un trastorno mental y diagnosticar de cuál se trata siempre ha sido un gran desafío para la medicina. La línea que separa lo que es mentalmente normal y lo que no es muy pero que muy fina. En la antigüedad, algunos síntomas de enfermedad mental eran interpretados como evidencias de comunicación celestial o de posesión demoníaca, como el escuchar voces.
En la actualidad, estas situaciones, gracias al avance en las técnicas médicas, están vinculadas a cambios en los neurotransmisores que llevan mensajes de unas neuronas a otras, o a alteraciones en el número y estructura de ciertas neuronas.
La división de los trastornos mentales en clases es todavía inexacta. La Organización Mundial de la Salud (OMS), creó la DSM, clasificación de los trastornos mentales universal, que ha conocido hasta la fecha varias versiones.
Casi todos los sistemas de clasificación reconocen los trastornos infantiles (como el retraso mental) como una categoría separada de los trastornos adultos. También se tiende a distinguir entre trastornos orgánicos, los más graves, relacionados con una lesión o anomalía en el cerebro; y trastornos no orgánicos o funcionales, más leves.
Desde esta distinción, se diferencian los trastornos psicóticos de los neuróticos. Psicótico quiere decir que el paciente ha perdido en contacto con la realidad, mientras que neurótico se refiere a un estado de ansiedad y malestar, pero sin llegar a perder el contacto con la realidad. Según Sigmund Freud, fundador del psicoanálisis, todos somos "buenos neuróticos", mientras que los casos de psicosis son menos frecuentes.
Entre las neurosis, las más típicas son las fobias, la histeria, los trastornos obsesivo-compulsivos, la hipocondria, y todos aquellos que general una gran dosis de ansiedad sin llegar a desconectar con la realidad. Entendemos ansiedad como la condición de una persona que experimenta una conmoción, intranquilidad, nerviosismo o preocupación.
A continuación, voy a hablar un poco de estas afecciones:
Las fobias se tratan de una respuesta de miedo desmedido ante un estímulo (como una araña) o ante situaciones que no suelen considerarse como peligrosas (como montar en ascensor). Para poder hablar de fobia, en miedo debe ser suficientemente intenso y constante como para interferir en la vida normal del paciente. La persona se da cuenta de que su miedo es irracional, pero no es capaz de controlarse.
Las fobias sociales son las referidas a situaciones sociales, como la fobia a hablar con desconocidos.
La agorafobia, miedo a los lugares desconocidos, es la que más incapacita al paciente, ya que puede hacer que no se atreva a salir de casa.
La histeria es una afección que padece el uno por ciento de la población mundial. Se manifiesta en forma de angustia al suponer que se padecen diversos problemas físicos o psíquicos. Al ser una neurosis, no se acompaña nunca de una ruptura con la realidad ni de una desorganización de la personalidad.
Lavarse las manos frecuentemente caracteriza la obsesión por la higiene, uno
de los síntomas más comunes de este trastorno.
La hipocondría es una actitud obsesiva que el individuo adopta ante la enfermedad. La persona hipocondríaca está constantemente sometida a un análisis minucioso y preocupado de sus funciones fisiológicas básicas, y piensa en ellas como fuente de segura enfermedad.La característica principal es el miedo a padecer, o la convicción de tener, una enfermedad grave, a partir de la interpretación personal de sensaciones o signos que aparecen en el cuerpo, como lunares, heridas o toses. Aunque el médico asegure al hipocondríaco que no tiene nada, este solo se quedará tranquilo un rato, al cabo del cual su preocupación volverá de nuevo.
Entre las psicosis, las más comunes son la esquizofrenia, la mayor parte de los trastornos neurológicos y cerebrales (demencias) y las formas extremas de la depresión.
Voy a explicar en que consiste cada una de ellas:
La esquizofrenia abarca un grupo de trastornos graves, que normalmente tienen su inicio en la adolescencia. Sus síntomas son perturbaciones del pensamiento, la percepción y la emoción que afectan a las relaciones con los demás, con una visión perturbada de uno mismo y un alejamiento de la realidad que deteriora la adaptación social de la persona que lo sufre. En la palabra esquizofrenia, hay una idea implícita de mente dividida, que no se refiere a una división en la personalidad, sino a una disociación entre las emociones y la cognición, es decir, las emociones se alejan de la realidad en la que se basan.
La demencia es un síntoma frecuente de los trastornos orgánicos como el Alzheimer, y está definida por fallos en la memoria, el pensamiento, la percepción, el juicio y la atención, que interfieren en el funcionamiento normal del individuo. La conocida como demencia senil se da en personas con edad avanzada, y produce alteraciones en la expresión emocional, como apatía, irritabilidad o euforia injustificada. Pero para comprender esto, necesitamos saber qué son los trastornos orgánicos.
La depresión es una afección que se manifiesta con síntomas como la tristeza o la apatía, el no poder dormir, o una pérdida de peso. Se considera normal sufrirla en ciertas situaciones, como una pérdida importante o una enfermedad. Pero si la depresión es demasiado intensa, prolongada en el tiempo, o no tiene una causa aparente, puede ser en sí misma una enfermedad.
La depresión puede originar también ansiedad y alteraciones en el funcionamiento del organismo: se pierde sueño y peso o, en menor medida, se duerme demasiado o se engorda; se pierde el interés sexual y la capacidad para adaptarse a situaciones de estrés; y se producen dolores frecuentes de espalda o de estómago. También se pueden contraer enfermedades, ya que la depresión afecta al sistema inmunológico.
Otro trastorno mental interesante, y del que no he hablado, es la paranoia.
En la Clasificación Internacional de Enfermedades, se sitúa la paranoia entre los llamados trastornos de ideas delirantes. Son trastornos psicóticos, en los que se produce un quiebro de la realidad y el enfermo crea una nueva dentro de su mente.
La paranoia y los demás trastornos de ideas delirantes, como su nombre indica, se caracterizan principalmente por la presencia de un delirio, que puede definirse como falsas creencias de diferentes temáticas o contenidos (existen delirios de perjuicio, de grandeza, de enfermedad, de seducción, de ruina...) que se basan en una incorrecta valoración de la realidad exterior.
En el caso de la paranoia, la temática del delirio es el prejuicio. El sujeto que lo padece se siente víctima de los actos de una o varias personas o incluso de una institución, y cree que actúan en su contra, con un argumento comprensible pero no real, que intenta justificar su delirio. Por ejemplo, un trabajador puede interpretar de forma errónea un comentario inocente entre dos compañeros, empezar a recelar y a sentirse perseguido por la empresa las 24 horas, que lo culpa de algo que no ha hecho... Puede sentirse vigilado por cámaras y micrófonos, por sus vecinos y familiares...
El paciente está totalmente seguro de que sus creencias son reales, y es imposible hacerle ver su error mediante el razonamiento lógico.
La paranoia y los demás trastornos de ideas delirantes, como su nombre indica, se caracterizan principalmente por la presencia de un delirio, que puede definirse como falsas creencias de diferentes temáticas o contenidos (existen delirios de perjuicio, de grandeza, de enfermedad, de seducción, de ruina...) que se basan en una incorrecta valoración de la realidad exterior.En el caso de la paranoia, la temática del delirio es el prejuicio. El sujeto que lo padece se siente víctima de los actos de una o varias personas o incluso de una institución, y cree que actúan en su contra, con un argumento comprensible pero no real, que intenta justificar su delirio. Por ejemplo, un trabajador puede interpretar de forma errónea un comentario inocente entre dos compañeros, empezar a recelar y a sentirse perseguido por la empresa las 24 horas, que lo culpa de algo que no ha hecho... Puede sentirse vigilado por cámaras y micrófonos, por sus vecinos y familiares...
El paciente está totalmente seguro de que sus creencias son reales, y es imposible hacerle ver su error mediante el razonamiento lógico.
Cabe preguntarse cuáles son las causas que provocan los trastornos mentales. Marino Pérez Álvarez intenta explicarlo en su libro "Las cuatro causas de los trastornos psicológicos", basándose en el principio de causalidad de Aristóteles. Según este principio, todo tiene cuatro causas: la causa formal (¿qué es?), la causa material (¿de qué esta hecho?), la causa eficiente, (¿qué o quién lo hace?) y la causa final (¿para qué está hecho?). La causa formal es el resultado de la combinación de las otras tres.
Según Marino Pérez, las causas de los trastornos mentales son las siguientes:
1. La "causa material" de los trastornos psicológicos serían los propios asuntos de la vida, que en un esfuerzo adaptativo de la persona, producen problemas. La propia conducta al intentar adaptarse se vuelve problemática.
2. La "causa eficiente" sería tanto el propio paciente que sufre, como el clínico que da forma e institución a ese sufrimiento; pero también son causas eficientes el propio contexto extraclínico que fabrica transtornos.
3. La "causa formal" sería la propia categorización psicopatológica, que da forma según la moda a esos trastornos, e incluso anuncia soluciones farmacológicas antes de conocer cuál es el problema.
4. Y la "causa final" sería ese esfuerzo fracasado por adaptarse a una situación problemática, aquí es fundamental el concepto de análisis funcional del trastorno, la función que cumple en su entorno. Aunque conocer esa causa no es resolverla, hay casos imposibles donde las causas están fuera del alcance del psicólogo, y también situaciones donde el individuo se encuentra instaurado en su síntoma como forma de vida y no hay posibilidades de cambio.






